El 9 de Mayo del 2017, Cecilia Gingerich del Next System Project entrevistó a Alicia Wilson, Directora Ejecutiva de La Clínica del Pueblo, un centro de salud que brinda servicios a las poblaciones latinas e inmigrantes en la área metropolitana de Washington, DC desde hace más de tres décadas. La entrevista incluye la historia inspiradora de La Clíncia, un resumen del trabajo actual del centro además de la perspectiva de Wilson sobre el sistema de salud de EEUU y las alternativas que tanto necesitamos.
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Cecilia Gingerich: La Clínica del Pueblo es una organización sanitaria con sede aquí en Washington, DC. ¿Puede hablarnos un poco sobre la historia de la organización y su misión?
Alicia Wilson: La Clínica se fundó en 1983 y en realidad nació de la protesta. El concepto de La Clínica fue incubado durante una huelga de hambre frente a la Casa Blanca durante el primer aniversario del asesinato del Arzobispo Romero en El Salvador. Se reconoció que el gobierno de Estados Unidos estaba fomentando una guerra que estaba causando una enorme crisis de refugiados y no proporcionaba ningún tipo de cuidado básico a esos refugiados una vez que llegaban. De hecho, los deportaba de nuevo a una zona en guerra activa. Entonces, La Clínica surgió como una respuesta sanitaria a la crisis de los refugiados y también nació de iniciativas como el Movimiento Santuario, que fue una respuesta muy contracultural a la acción y reacción del gobierno oficial que causó una crisis.
Todo empezó como la idea de un grupo de hippies que vivían en Park Road en una comuna. Crearon esta clínica en colaboración con CARECEN, el Centro de Recursos Centroamericanos. Hicieron muchas cosas realmente visionarias en su primer año y uno de ellos dijo que en realidad este no debería ser nuestro proyecto, sino que debería ser el proyecto de las personas a las que brindábamos nuestra asistencia. Muy rápidamente trabajaron para desvincularse del desarrollo y la dirección de esta clínica, para convertirla en la clínica del pueblo salvadoreño. Es la clínica de los refugiados. Siempre ha sido el resultado de la colaboración entre personas de este país y personas que han emigrado recientemente desde, sobre todo, Centroamérica, para atender las necesidades de salud exclusivas y específicas de la comunidad de refugiados de Centroamérica.
Crecimos orgánicamente satisfaciendo las necesidades de los pacientes. Cuando recibíamos pacientes con cortes, les poníamos tiritas; cuando recibíamos pacientes con TEPT (trastorno de estrés postraumático), empezamos a proporcionarles servicios de salud mental; y cuando recibíamos pacientes con VIH, comenzamos a ofrecer servicios de asistencia contra el VIH. A medida que hemos ido creciendo y nos hemos vuelto más sofisticados, gran parte de nuestra programación se ha desarrollado porque los pacientes la desarrollaron. Tanto contratando pacientes, una vez que pudimos empezar a contratar personal, como dando empleo a Promotores de Salud y formarlos. Fuimos una de las primeras organizaciones de la costa este en formar promotores oficialmente. Combinamos este concepto de comunidad que crea sus propias soluciones (una comunidad que satisface sus propias necesidades) y que recibe el apoyo de la mayoría de la sociedad (iglesias, líderes religiosos, estudiantes de medicina). La comunidad, y sus necesidades, han evolucionado desde principios de los años 80, y nuestra organización ha evolucionado como resultado de ello. Ahora somos mucho más grandes.
Otra cosa en esta línea de nuestra trayectoria y crecimiento como organización: en realidad nos desarrollamos como un sistema de salud paralelo porque el sistema de salud principal no atendía las necesidades de esta comunidad y, con el paso de los años (y en los noventa en particular), empezamos a darnos cuenta de eso. Necesitábamos inclinarnos hacia el sistema de asistencia sanitaria principal y necesitábamos que el sistema de atención sanitaria principal se inclinara hacia nuestra forma de hacer las cosas. En un principio, nuestro papel en la defensa de las protestas fueron alrededor de las protestas por los derechos humanos y se convirtió en una defensa cada vez más relacionada con la asistencia sanitaria para conseguir un sistema de atención sanitaria más justo y equitativo que satisficiera las necesidades de la comunidad latina.
Fuimos parte importante del desarrollo de la DC Healthcare Alliance, y considero eso una inclinación del sistema de atención sanitaria hacia las necesidades de esta comunidad. Mediante la formación de promotores e intentando informar más ampliamente sobre el acceso al idioma y la competencia cultural, ayudamos a asegurar todo el sistema, no solo nuestra clínica, la complejidad de la inmigración y las necesidades sanitarias de los inmigrantes y, en particular, las necesidades sanitarias de los inmigrantes latinos y centroamericanos. Ahora estamos bastante establecidos de muchas maneras y somos un Centro de Salud Federalmente Calificado (tenemos esa especie de sello de aprobación del Buen Mantenimiento del gobierno federal). Pero todavía somos bastante subversivos al intentar decir como, “Eso está genial, y aquí están todas estas otras cosas que hacemos”. O, “Eso es estupendo porque nos ofrece una plataforma para hacer X, Y y Z”.
Nos describimos de diferentes maneras en diferentes épocas, pero una de mis maneras favoritas de describir La Clínica ahora es que somos una organización basada en la comunidad que proporciona salud en lugar de una organización sanitaria que podría estar basada en la comunidad. Tenemos muchos servicios de enfoque interno (como nuestros pacientes, su salud, sus resultados, su salud mental, sus necesidades) y tenemos nuestro nivel de comunidad, más estrategias de salud pública. Unimos esas dos cosas para que lo que ocurre en la comunidad informe de lo que ocurre en nuestra clínica y lo que ocurre en nuestra clínica informe de lo que estamos haciendo en la comunidad. Las estrategias y técnicas para el éxito en esas áreas se pueden reforzar mútuamente, pero la intersección de la inmigración y el derecho a la salud en este momento pone en evidencia estas cosas, y la necesidad de tener estrategias transversales enfocadas a cómo proporcionamos sanidad a los inmigrantes y qué significa la asistencia sanitaria a los inmigrantes, y qué significa en este momento.
Atención sanitaria centrada en la comunidad
Cecilia Gingerich: Creo que acaba de hablar un poco de esto, pero en la bibliografía de La Clínica he visto como se enfatizaba el término “recursos sanitarios culturalmente competentes” varias veces. ¿Puede aclarar su significado y cómo se relaciona con el trabajo de La Clínica?
Alicia Wilson: En La Clínica, consiste en gran medida en entender de donde proceden los pacientes culturalmente, históricamente y socioeconómicamente, y darles un papel activo en la determinación de lo que necesitan y lo que reciben. Hoy en día, las palabras que están de moda son “determinantes sociales de la salud” que implica que entiendes que alguien que está entrando en tu oficina, está entrando no solo como un individuo con algunos órganos y una enfermedad, sino como una persona que tiene una historia, y una cultura, y que todo eso determina lo saludable que se encuentre ahora. Tienes que tener la competencia cultural necesaria para poder transportarles hacia lo saludable que quieren ser en el futuro. Pero, siendo más específica, para nosotros, la competencia cultural significa, siempre que sea posible, la contratación de la comunidad a la que servimos, la formación del personal para que entiendan el contexto de la inmigración, la formación del personal y los pacientes para que comprendan los aspectos sistémicos de la salud y cómo está interrelacionado todo, y que tengan una imagen más amplia de la asistencia sanitaria.
Los ejemplos que siempre pongo son de salud mental. Si tienes una madre y una adolescente que se pelean a menudo porque la adolescente se comporta de forma inapropiada y la madre no sabe cómo manejarlo, necesitarás tener la competencia cultural para entender sus patrones de migración: que la familia se separó y, cuando volvieron a estar juntos, la niña había pasado con la abuela durante 10 años y estaba resentida con su madre. Y tuvo que luchar contra grupos criminales, después pasó por un proceso de migración terrible. Luego, apareció su madre, que había tenido dos hijos con un nuevo marido al que ella no conocía. Y esa niña tiene que ir a la escuela secundaria, y tiene que pasar por la pubertad. Allí, la competencia cultural es esencial.
O, en nuestro trabajo de diabetes y nutrición: comprender comportamientos relacionados con la comida que son culturales. No se puede decir simplemente, “Sabes lo que necesitas, comer más verduras y beber ‘smoothies‘”. Eso no va a ayudar a la gente. Pero entender desde una perspectiva cultural cuál es su experiencia alimentaria, cuál es su actitud ante la comida y cuánto tiempo tienen para tomar una comida rápida cuando se les dice, en medio de dos trabajos, te ayudará a entender el tipo de atención sanitaria que deberás proporcionarles y con el que conseguirás que bajen de peso y traten su diabetes. La manera más fácil y directa es contratar a la comunidad y, aunque eso no es siempre posible, es la base de nuestra competencia cultural. Después tenemos formación y experiencia que comienza desde allí, y la práctica de escuchar atentamente, atentamente a los pacientes, e incorporarlos también en la orientación de la prestación de servicios.
Cecilia Gingerich: Genial. La contratación local también es algo que sugerimos para las instituciones de atención sanitaria en nuestro trabajo de compromiso con la atención médica en The Democracy Collaborative. Es genial escuchar eso. ¿Cuántas clínicas tienen en el área del DMV?
Alicia Wilson: Ahora tenemos dos centros de salud y luego otros cuatro centros donde estamos probando servicios relacionados con la salud, pero no atención médica. Es algo así como nuestra clínica insignia, y hace poco abrimos una nueva clínica en Hyattsville, Maryland. También tenemos dos centros relacionados con la prevención del VIH que son espacios seguros LGBTQ. Uno está en Langley Park que acabamos de abrirlo y otro en Mt. Pleasant Street. Tenemos un programa de salud mental basado en la escuela en una escuela secundaria de Hyattsville, y también estamos abriendo un nuevo centro que va a ser el núcleo de muchas de nuestras programaciones orientadas a la comunidad que va más allá de los conceptos tradicionales de atención médica y en el que se incluirán el arte, la música y series de conferencias y todo tipo de cosas, incluidas la defensa y organización de la comunidad, y otras cosas que no están directamente vinculadas a la visita de un médico, sino que ayudan a cultivar una comunidad saludable.
Cecilia Gingerich: ¡La programación de la comunidad suena genial! Uno de los programas que actualmente ofrece La Clínica es el programa Entre Amigas. ¿Puede hablarnos más sobre el programa y cómo aborda la violencia doméstica dentro de las comunidades a las que usted sirve?
Alicia Wilson: Nuestro programa Entre Amigas nació hace casi 15 años, gracias a unos fondos iniciales para centrarnos en las mujeres heterosexuales y la prevención del VIH. Comenzó como una serie de talleres de fin de semana para que las mujeres hablaran sobre salud sexual y autonomía y rápidamente se convirtieron en un programa de violencia doméstica, porque el 80 % de las mujeres estaban experimentando o habían experimentado violencia doméstica de algún tipo.
Nunca ha sido oficialmente un programa de violencia doméstica, es un programa que es un programa de género y salud. Pero el quid de la programación está relacionado con la seguridad de las mujeres y la navegación del sistema hacia la seguridad y la autodeterminación que viene con ella. Damos información sobre el cáncer de cuello uterino y la salud sexual y trabajamos con un grupo increíble de Promotoras que son casi todas supervivientes convertidas navegantes de pares y compañeras de acompañamiento para mujeres que están pasando tanto por el proceso de visados especiales como del sistema local de refugio o el sistema de órdenes de protección. Es un programa asombroso. Tenemos, creo, más de 100 mujeres al año que llegan a nosotros a través de una forma u otra.
Hay una serie de talleres intensivos y luego una reunión mensual para cualquier mujer que haya participado en el programa. Están las Comadres, que son mujeres cuya relación abusiva sucedió hace más de diez años, ahora están mucho más estables y fuertes para proporcionar orientación y apoyo, así como adolescentes que han sido víctimas de acoso sexual y todo lo demás. Se habla de la trata de personas, de la complejidad de las relaciones abusivas cuando se suma al proceso migratorio. Si, por ejemplo, tu coyote es también el padre del bebé que llevas dentro, que te violó durante el proceso de migración. Tienes una vínculo con esa persona, ¿y cómo se hace frente a todo eso?
Aquí es donde la competencia cultural es muy, muy importante. Y centrarse en apoyar a las mujeres en lo que necesitan ahora mismo. También es un área de importante asociación médica/legal para nosotros. No somos proveedores de servicios legales, pero ofrecemos apoyo la navegación de servicios legales y colaboramos con muchas otras organizaciones que brindan servicios relacionados con la violencia doméstica, ya sean refugios, asistencia legal o asesoramiento sobre salud mental. Mucho de lo que hacemos es crear un espacio comunitario para que las mujeres compartan estrategias y encuentren apoyo y construyan comunidad y el acompañamiento de supervivientes y Promotoras que de verdad pueden tenderles una mano amiga cuando sea necesario.
Ha experimentado muchos cambios a lo largo de los años, una vez más, impulsado por lo que quieren las mujeres del grupo. Ha sido un viaje realmente increíble.
Trabajar en el sistema actual y desear uno mejor
Cecilia Gingerich: Usted acaba de mencionar que a veces provee apoyo para la navegación de servicios legales. ¿Tienen alguna otra programación que aborde otras estructuras (no estrictamente relacionadas con la salud) del sistema más amplio, como la vigilancia policial?
Alicia Wilson: Sí, en nuestro trabajo de defensa, hemos estado involucrados en el movimiento santuario, y cómo se relaciona con las respuestas a las políticas de detención. La verdad es que estoy muy intrigada por la superposición entre las ciudades santuarios y la sobre-vigilancia de los delitos no criminales. Me siento como en casi todos los aspectos de lo que hacemos, que estamos comprometidos en una crítica del sistema que da lugar a los problemas. En nuestros servicios relacionados con el abuso de sustancias, trabajamos con el sistema correccional, pero también trabajamos con la ciudad y gastamos casi cada suspiro que tenemos diciendo: “¿Cómo es que solo hay tres proveedores de abuso de sustancias de habla hispana en la ciudad, y cómo es que no existe un control entre el número de personas que tienen adicciones y el número de proveedores de servicios que existen? ¿Cómo se puede construir un sistema mejor?”
En la atención primaria, están sucediendo muchas cosas. Hay mucho solapamiento en cuanto a cómo se puede pagar la asistencia sanitaria y cómo se puede proporcionar la asistencia sanitaria tanto a nivel local como a nivel nacional. Con el VIH: ¿Cómo se abordan las necesidades únicas y emergentes de personas jóvenes y de color y cómo se aborda la homofobia como una estrategia de prevención del VIH? Estoy muy, muy orgullosa del trabajo que hemos hecho que se centra en desestigmatizar las minorías sexuales a nivel comunitario como una intervención de salud. Tenemos alrededor de 70 empresas locales que distribuyen preservativos en nuestro nombre y animan a la gente a hacerse la prueba del VIH. Nuestro trabajo con esas empresas locales ayuda a normalizar el VIH y desestigmatiza el VIH, pero también ayuda a desestigmatizar a las minorías sexuales diciendo: “No somos un lugar que te vaya a juzgar ni a expulsarte. Toma, coge un preservativo”.
Ya se trate de una lavandería, una peluquería o un taller de reparación de automóviles de barrio en Mt. Pleasant Street, se convierten en aliados, lo que convierte a toda la comunidad en un espacio más acogedor donde la gente no está tan marginado. Cuando no estás en la sombra, es menos probable que te involucres en comportamientos de alto riesgo y es menos probable que te hagas daño a ti mismo. Esa es una línea recta hacia la reducción de las tasas generales de transmisión del VIH para las comunidades vulnerables.
En el acceso idiomático, nos enfocamos en informar a los hospitales y proveedores locales sobre el Título VI de la Ley de Derechos Civiles, que requiere el acceso a la idioma en estos lugares. También informamos a los pacientes para que puedan defender sus derechos, y también proporcionamos esos servicios de idiomas, para que la gente no saque a su hijo estudiante de cuarto grado de la escuela para ir a la cita con el médico y que le haga de intérprete, sino que reciben servicios de interpretación profesional.
He estado muy involucrada recientemente en el trabajo de equidad racial y, en particular, esta iniciativa de DC tan genial sobre Equidad Racial y el Papel de los Gobiernos Locales, que está estudiando cómo DC, en particular, puede aplicar un enfoque de equidad racial en sus políticas y su implementación de programas y comenzar a analizar realmente cómo pueden las políticas y estructuras perpetuar las desigualdades y perpetuar el racismo sistémico. Eso puede cubrir la vigilancia policial, las escuelas o las farolas. Una vez que los gobiernos locales comiencen a aplicar ese conjunto de objetivos a lo que están haciendo, pueden hacer una evaluación de la equidad racial antes de aprobar la legislación y determinar si una política perpetúa el racismo sistémico. Entonces es cuando se puede empezar a deconstruir muchos de esos sistemas.
También tenemos esos hermosos modelos que salen de California y Seattle, y un grupo nacional llamado GARE, Government Alliance on Race and Equity. Es un grupo estupendo. Sus herramientas se pueden usar como modelo para descubrir cómo podemos presionar al gobierno local para que vea lo que está haciendo para empeorar las cosas en lugar de mejorarlas, incluso cuando pueden pensar que están preparadas para mejorar las cosas (y también las organizaciones locales sin ánimo de lucro). En realidad podemos abogar por la diversidad y la inclusión en un sentido mucho más amplio que simplemente, “Vamos a poner un par de fichas en nuestro tablero”. En cambio, pueden fijarse en cómo están construidas, y si esa estructura perpetúa una cierta cosmovisión que no es inclusiva.
Cecilia Gingerich: ¿Existen otros ejemplos de sistemas de salud (o sistemas parciales) en otras ciudades o países en los que usted busca inspiración? ¿Existe algún sistema en particular que le gustaría destacar?
Alicia Wilson: Oh, Dios mío. Voy a fantasear un poco. Comenzaría de nuevo con GARE, de la que he aprendido muchas cosas muy interesantes sobre lo que es posible, y Seattle es un gran ejemplo. Aunque no es tan diversa como otras ciudades, han sido increíblemente proactivos en hacer pequeños cambios que tienen un enorme impacto y disipar una gran parte de la mitología aceptada sobre lo que debe hacerse o quién debe hacer qué. De verdad, muy razonado.
El condado de Fairfax está pasando por un proceso de colaboración racial equitativa donde se busca el efecto de las rutas de autobús sobre los resultados de salud, cómo afectan a las minorías y específicamente cómo pueden recrear patrones de segregación que conducen a la pobreza. Investigan en todos los sectores y animan a los planificadores de transporte a trabajar con el departamento de salud y el departamento de política de vivienda, y todos tienen presente la equidad racial mientras hacen el trabajo. Cosas realmente geniales.
Creo que lo que he aprendido a través de estos esfuerzos y de GARE es que comenzar en a nivel local tiene mucho sentido, es mucho más factible y realmente se trata de relaciones con personas. No se trata de una política nacional. Quiero decir, cuando llegas a asistencia sanitaria, nombras un país desarrollado y yo preferiría ese modelo a nuestro modelo actual. No soy analista de políticas de salud, pero tenemos un sistema completamente ridículo que no hace más que perpetuar la inequidad y ofrecer la más baja calidad, el mayor coste y la asistencia menos eficiente, que no satisface a nadie. Existen modelos mucho mejores en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, Inglaterra, incluso en Canadá.
Pienso que, debido a que los Estados Unidos están tan descentralizados en la gestión de temas importantes como la educación y la salud, y cada estado es el que al final determina el modo en que proporciona atención médica, hay algunos modelos interesantes a nivel estatal que vale la pena tener en cuenta (pero de nuevo, es casi siempre localidad versus estado). El DC es increíblemente progresista. No es perfecto y todavía tiene muchas lagunas, pero es un modelo realmente interesante para el resto del país. San Francisco es otro. Luego, a nivel de estado, creo que veremos a algunos directores de salud estatales que piensan con mayor amplitud y se preguntan: “¿Por qué estamos perpetuando un sistema donde la gente rica obtiene todo y la gente pobre no obtiene nada? Y cuando la gente pobre no obtiene nada, es peor para todos. Vamos a crear un sistema donde todo el mundo reciba algo y sea mejor para todos. Por lo general, es más barato para todos”.
Cecilia Gingerich: La semana pasada la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley (la Ley Americana de Cuidado de la Salud o AHCA) que derogará la Ley de Cuidado de Salud Asequible si se convierte en ley. Si el proyecto de ley se aprueba tal y como es, ¿cómo afectará a la comunidad a la que sirven usted y, en particular, a los inmigrantes?
Alicia Wilson: La AHCA es una especie de proyecto de ley ridículo en muchos niveles. Hace que la asistencia sanitaria sea más cara para todos y esté fuera del alcance de otros muchos. Un recorte de 800 mil millones de dólares en Medicaid tiene enormes efectos de propagación en cualquier otro programa de red de seguridad que exista. Como los inmigrantes recientes son excluidos de Medicaid de forma bastante dramática, no tiene ese efecto. Pero en el Distrito, por ejemplo, está Healthcare Alliance. Alliance es un programa local para aquellos que no son elegibles para Medicaid, pero que lo serían si tuvieran ciudadanía o residencia legal permanente. Si Medicaid se recorta, más gente se pasará a Alliance. Una mayor demanda de Alliance exige una mayor demanda de fondos locales, y una mayor demanda de fondos locales significa una reducción de los beneficios y la accesibilidad. Es una especie de dominó en ese sentido.
La AHCA también deshace partes de la ACA, pero no todas de la ACA. Por ejemplo, en algunos casos, deja los mandatos en su lugar, pero elimina los elementos por los que fueron modificados, lo que origina otros muchos desafíos (desde los fondos DiSH de asistencia hospitalaria de caridad hasta la financiación de prevención). Luego están las exclusiones de las condiciones preexistentes. Es muy ridículo y en muchos niveles, porque permite que los estados permitan a las aseguradoras cobrar más por las condiciones preexistentes, no solo en los intercambios en el estado, sino también en los planes privados. Eso afecta a todos, incluido el seguro de salud de La Clínica para nuestros empleados; tendríamos empleados que no podrían pagar un seguro de salud. Es simplemente ridículo.
También hay muchas cosas que estaban en la ACA que, según tengo entendido, no cubre totalmente la AHCA. Todo el mundo se centra en la ACA en relación a los intercambios de seguros de salud, pero hay toneladas de cosas que no son los intercambios, como los centros de salud federalmente calificados, el presupuesto de los CDC y el control de enfermedades infecciosas. Hasta donde yo sé, este tipo de respaldo no aborda esas cosas, pero tal vez su proceso de presupuesto global se ocuparía de esos temas y es una auténtica radiografía de lo que va a ocurrir en los fondos del Instituto Nacional de Salud, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC). Eso tiene enormes consecuencias para las comunidades vulnerables, especialmente los recortes a los fondos de los CDC, que, entre otras cosas, financian una gran cantidad de trabajo de prevención del VIH. Si todo ese financiamiento desaparece, ¿entonces qué pasaría? Podría tener enormes implicaciones.
Una mirada hacia el futuro
Cecilia Gingerich: Esperemos que eso no ocurra. Pero usted lleva en La Clínica 17 años y estoy segura de que ha sido testigo de tiempos difíciles. ¿Qué le da esperanzas para el futuro, a pesar de la situación política actual?
Alicia Wilson: La Clínica, se fundó en un momento en el que la gente era sacada de las calles y deportada a zonas de guerra activa. Creo que el despertar del movimiento de los derechos civiles y de los derechos humanos hacia las necesidades de esta comunidad ha sido un movimiento muy positivo en la dirección correcta. El trabajo que han hecho los activistas latinos para conseguir un asiento en la mesa ha crecido en los últimos 20 años. Creo que aún queda mucho por hacer para que cuando hablemos de diversidad, inclusión y derechos civiles, estamos hablando de las necesidades de esta comunidad, así como de otras comunidades minoritarias y entendiendo que hay similitudes y hay diferencias, y tenemos que ser estratégicos y utilizar un buen enfoque a la hora de abordar esos temas. La Clínica ha resistido muchas tormentas a lo largo de su historia. Creo que tenemos una misión fuerte y una institución fuerte.
También estoy muy optimista en torno al éxito de la burbuja progresiva en la que vivimos. En Maryland y DC en particular, tenemos un liderazgo bastante ilustrado que generalmente prioriza las cosas correctas, aunque siempre queremos que las cosas sean mejores. El consejo de nuestra ciudad está cayendo sobre sí mismo para progresivizarse. No siempre es perfecto y no siempre hace bien las cosas, pero su apoyo a DC como ciudad santuario y su apoyo a políticas que no buscan activamente dañar a la gente es realmente bueno. Creo que el caso de Maryland es un poco más complejo debido a las jurisdicciones locales y estatales, pero en general, el liderazgo va en la dirección correcta.
A nivel del Congreso, creo que es una radiografía. Estoy deseando que llegue 2018. Probablemente lo más optimista que he leído últimamente fue que, si se toma la AHCA a través de la Cámara, llega al Senado, y el Senado dice: “En realidad no lo vamos a mirar. Vamos a redactar nuestra propia ley”, y luego pasar por el proceso de redactar esa ley, e incluso aprobarla, y después tendrá que darse una reconciliación, eso significa que tiene que devolverse a la Cámara para su aprobación. Ese proceso podría llevar hasta octubre de 2018, que es cuando se celebran las elecciones. Eso me da un poco de esperanza de que podemos llevar todo esto hasta las elecciones y después poner varias mujeres que están pasando por la quimioterápia de pie delante de sus congresistas y decir, “¿De verdad?”
Pienso que hay mucha capacidad de abogar, especialmente alrededor del aspecto de la condición preexistente. Porque, ¿sabes qué? Veinticuatro millones de personas que pierden sus seguros en realidad están perdiendo su atención médica. Después podemos sumarle si esto podría afectar a todos aquellos que tengan asistencia pagada por su empleador. Sería una sexta parte de la economía de los Estados Unidos con la que te estás metiendo y no sabes lo que estás haciendo. Todas las industrias médicas importantes se han opuesto a la AHCA. Sería mucho poder si consiguiéramos alinearlo, y podríamos tener un derrumbe hacia la izquierda.
Supongo que la otra esperanza ficticia que tengo está relacionada con un artículo que he leído hace poco. Era el caso conservador para un sistema de un único pagador, y establecía como ese único pagador se alinea con una agenda conservadora tradicional de los EE.UU. de eficacia y rentabilidad y remodelación del gobierno y todas esas cosas. Decía que si la industria automotriz fuese como la industria sanitaria de Estados Unidos, para llenar el tanque de gasolina tendríamos que llamar a Geico para que nos diera permiso, y el gobierno tendría que permitir que Geico nos diera permiso para llenar el tanque de gasolina. Un solo pagador podría acabar con toda esa estupidez e ineficiencia. Es una agenda muy conservadora.
Cecilia Gingerich: ¿Podría darnos algún consejo para mantenernos saludables mientras tanto? Muchas personas padecen mucho estrés, lo cual no puede ser saludable.
Alicia Wilson: Es una gran pregunta. Hablando en mi nombre, Alicia Wilson, y no en nombre de La Clínica del Pueblo, diría que quitarme la cuenta de Facebook durante un par de meses a principios de año hizo maravillas por mi salud mental, porque mi muro de Facebook era un flujo de indignación justificada. Eso es muy difícil de soportar. Si estás inundado de furia e indignación todo el tiempo, puede resultar muy perjudicial. Por desgracia, me mudé a Twitter, que resultó ser otro tipo de indignación justificada. Una versión más torcida. Pero es una especie de cuidado personal saber que el sol sigue saliendo todos los días: sí, tenemos que seguir luchando, pero si pierdes 30 segundos, el mundo no se va a acabar.
Una estrategia de la que hemos hablado mucho aquí es reconocer que lo que estás haciendo es la resistencia, y ponerte a trabajar. Llegar a trabajar todos los días en La Clínica del Pueblo (ya seas recepcionista o director ejecutivo) es un acto de resistencia porque estás trabajando en un sistema que se opone a lo que dice la agenda. Hacer tu trabajo todos los días es tu acto más valioso de resistencia formal, y es importante acordarnos de esto si empezamos a desesperarnos. Y tener oportunidades de reunirse, como ir a alguna manifestación, a veces también puede ser útil. Tenemos ese debate constante sobre qué hacer: ¿haces huelga, vas a las manifestaciones? Creo que hay seis marchas al día en Washington DC, pero tenemos trabajo que hacer. Aunque resulta muy reconfortante reunirse con gente de ideas afines y tener esa clase de experiencia catártica de “¡No estoy solo!”
Ayuda a reconocer la interseccionalidad de lo que hacemos, y que no se trata solo de intuiciones sanitarias que sirven a inmigrantes y que se sienten malignas ahora mismo. Tenemos muchas causas comunes. Brindar esos espacios para encontrar una causa común y para liberarnos de esa tensión, coger una pancarta bien grande y manifestarnos, te hace sentir realmente bien. Pero en el día a día, haz tu trabajo porque el trabajo es el trabajo correcto.
Cecilia Gingerich: Maravilloso. ¿Le gustaría añadir algo más?
Alicia Wilson: Cuando has descrito el trabajo de Next System Project, me ha recordado a uno de mis sentidos de optimismo en este momento. La cosa es que, sea cual sea tu diagnóstico de los resultados de las elecciones, creo que hay una reacción importante a la estratificación de clases de nuestro país, el aumento de las disparidades y la sensación de que hay una clase de élite que gobierna y a todos los demás les toca sufrir. Eso fue un rechazo del establishment republicano y del establishment demócrata. Si es un rechazo del sistema bipartidista o un rechazo del dinero y la política, no lo sé, pero creo que hay mucho espacio para crear nuevas estructuras porque hay tanta insatisfacción con el estatus quo como había antes de las elecciones. Honestamente, lo que está haciendo este presidente es ampliar los privilegios de la élite. ¿Está creando esto un nuevo espacio para una revisualización radical de nuestro sistema y nuestras estructuras? Eso me da mucha esperanza y la capacidad de decir, “Este sistema sanitario es estúpido y la ACA fue un diablo de mucho mejor que nada, pero también fue una especie de estupidez”. ¿Por qué no aprovechamos del momento? Hagámoslo. Imaginemos un nuevo sistema de pago único porque funciona y funciona muchísimo mejor que cualquier otra cosa que tenemos.
Estoy optimista porque se están proponiendo muchas ideas innovadoras ahora mismo. Está equilibrado por este reactivo “tenemos que aferrarnos a las ganancias que tenemos”, pero cuando nos aferramos a las ganancias que tenemos, también nos atrincheramos a esas estructuras. Creo que va a ser todo un desafío, pero si conseguimos mantener esas ganancias y también cuestionar lo que queremos de verdad, creo que presenta una gran oportunidad.